La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, concretó, en el Salón de la Mujer de la Casa Rosada, la entrega de 54 millones de pesos provenientes de la devolución de aranceles de exportaciones del sector vitivinícola correspondientes a 2010.
Casi 300 productores y empresarios vitivinícolas, junto a funcionarios provinciales y nacionales de las distintas regiones productoras del país, participaron del encuentro convocado por la Presidenta y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, en el marco del Programa de asistencia a la cadena de valor vitivinícola.
Este monto equivale al 50% de los aranceles a las exportaciones vitivinícolas y es aplicado al sector, a través de los gobiernos provinciales, por segundo año consecutivo. Los máximos referentes de la vitivinicultura nacional señalaron que “es importante el destino que se dará a estos fondos ya irán a proyectos donde se priorizara al primer eslabón de la cadena: los productores primarios”.
Mendoza recibirá 24 millones de pesos; San Juan 13; La Rioja, Catamarca, Neuquén y Río Negro 3 millones respectivamente, mientras que 2 millones de pesos serán destinados al Instituto Nacional de Vitivinicultura, distribución que quedó concertada con la firma de un acta acuerdo entre los gobiernos provinciales.
La integración como eje prioritario
En línea con los objetivos que impulsa el Plan Estratégico Vitivinícola Argentina 2020, que apunta a desarrollar la integración de productores, esta política redistributiva de las llamadas “retenciones” genera fondos que serán gestionados por las provincias vitivinícolas. Con estos recursos se financiarán proyectos presentados por grupos asociativos de pequeños productores o establecimientos industriales y se consolidarán programas enfocados a generar más empleo, fortalecer a vitivinicultores pequeños y medianos y mejorar la competitividad del sector.
Concretamente, desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca informaron que los fondos financiarán proyectos de inversión predial, sean de infraestructura o de mejoras tecnológicas en viñedos y bodegas; capital de trabajo, priorizando proyectos que generen mayor empleo y aquellos que por su ubicación territorial redunden en el desarrollo de las localidades más postergadas; y además, proyectos que impliquen mejoras de gestión e impulso de la trazabilidad.
Cómo se aplicarán estos fondos
Los gobiernos de las provincias vitivinícolas (Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén y Río Negro) serán los responsables de la aplicación y gestión de los recursos a los programas específicos. Y la Corporación Vitivinícola Argentina, encargada de la implementación del Plan Estratégico del sector, será también un actor fundamental en la articulación y coordinación de estos programas con los que ya están desarrollándose en su ámbito.
“Es que precisamente uno de los principales objetivos estratégicos que nos propusimos al diseñar este plan que guía nuestro desarrollo es impulsar la integración de los pequeños productores a la cadena vitivinícola, es decir, hacer que cada viñatero se vincule más y mejor con el mercado al que va dirigida su materia prima para que pueda orientar mejor el valor que puede agregar, para que encuentre y exija las mejores condiciones de competitividad y para que su trabajo sea más sustentable”, señaló el ingeniero José Molina, sanjuanino, productor de uva en fresco y presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina. Y agregó que el gran objetivo es avanzar hacia la calidad y la rentabilidad de toda la cadena productiva e industrial y también hacia la apertura de propósitos comerciales en el país y en el mundo.
Claves: empleo y competitividad
En Argentina, la vitivinicultura es una actividad que apuesta a la mano de obra intensiva, capacitada y especializada en función de la importancia que el sector tiene para las economías de las provincias productoras. En provincias como Mendoza, que concentra más del 70% de la superficie cultivada con vid en el país, la vitivinicultura es el segundo motor generador de empleo, después de la industria petroquímica. Por cada empleo que se genera en la vitivinicultura, se crean 5,21 empleos en la economía; el dato avala la importancia de las actividades ligadas a toda la cadena de valor vitivinícola.
Alrededor del cultivo de la vid, la elaboración y comercialización de vinos y la producción de jugo de uva concentrado y de pasas se generan, además, industrias y servicios conexos relacionados con el sector vitivinícola que conforman un aglomerado económico complejo y dinámico, no sólo para las economías regionales sino que contribuye al crecimiento del aparato productivo nacional e internacional.
“La vitivinicultura es una actividad heterogénea que reúne a viñateros, bodegueros, comercializadores, profesionales y obreros y moviliza a más de 300.000 personas que trabajan día a día en el país. Y son casi 6 millones de habitantes del oeste argentino, desde Salta a la Patagonia, que aún sin estar directamente involucrados en la actividad vitivinícola, esperan la vendimia como nosotros, porque todos sabemos que en las regiones productoras, la vitivinicultura marca social y culturalmente a las sociedades donde se desarrolla”, enfatizó José Molina, presidente de la Corporación Vitivinícola, para sintetizar la importancia de este sector como motor para varias economías provinciales.
Directa e indirectamente, la vitivinicultura genera más de 300.000 puestos de trabajo, con cerca de 100.000 trabajadores vitícolas y vinícolas empleados en forma directa.
La Presidenta sostuvo que “desde el 2003 a la fecha hemos dado un salto cualitativo y cuantitativo” en lo que respecta a la producción y exportación de vinos y que en el último año “hemos alcanzado el quinto lugar en el ranking de exportadores a nivel internacional”.
Además agregó: “Este producto no sólo tiene que atraer bebedores sino también turistas que visitan una bodega, alojarse en ella, comer en ella, ser parte de una experiencia diferente”.
Fuente: elmalbec.com
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